Hiperhidrosis: definición, causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

La hiperhidrosis se puede definir como una producción excesiva de sudor. Esta sudoración muy copiosa no puede considerarse una verdadera patología sino más bien un síntoma de otras enfermedades o condiciones orgánicas particulares.

De hecho, aunque el diagnóstico de este trastorno puede ser simple, esta condición puede estar relacionada con enfermedades endocrinas o promover infecciones.

Por esta razón, es posible que se requieran pruebas adicionales por parte del médico tratante.

Las causas de la hiperhidrosis son muchas y pueden variar mucho de un paciente a otro.

La afección puede afectar todo el cuerpo o solo ciertas partes, como las manos, las axilas, los pies y la ingle.

Además, esta condición afecta a hombres y mujeres por igual y no se ve afectada por el género o la edad.

Entre las consecuencias de la Hiperhidrosis se encuentran ciertamente el malestar psicológico y las dificultades de adaptación en la sociedad.

Síntomas de la Hiperhidrosis

Los síntomas de la hiperhidrosis se pueden traducir en dos simples palabras: sudoración excesiva.

La sudoración en sí misma es una condición fisiológica en humanos y animales.

La cantidad de sudor producido puede variar considerablemente dependiendo de diferentes factores, en primer lugar la temperatura exterior.

En condiciones normales, un adulto puede producir alrededor de medio litro de sudor, que puede aumentar en climas cálidos o con altas temperaturas a dos litros por hora.

Sin embargo, la hiperhidrosis se presenta como una sudoración excesiva en relación a lo normal en todo el cuerpo o en áreas específicas.

Es más común, por ejemplo, en las palmas de las manos y los pies, pero otras zonas afectadas también pueden ser axilas, ingles, cuello, pliegues de brazos y piernas.

Los síntomas de la hiperhidrosis se resumen así en una sudoración excesiva, que también puede derivar en malos olores y molestias psicológicas debido al bochorno social de esta condición.

Finalmente, la sudoración excesiva también puede provocar irritación e inflamación de la piel, que pueden volverse crónicas con el tiempo y provocar la formación de ampollas y una fuerte sensación de picazón y ardor.

Causas

Aunque esta condición es bastante común, las causas de la hiperhidrosis pueden ser muy diferentes y cambiar de un paciente a otro.

La hiperhidrosis primaria es una disfunción del sistema simpático que inerva las glándulas sudoríparas y, por lo tanto, controla su función.

Muy a menudo, sin embargo, esta patología tiene causas específicas, que pueden estar relacionadas con enfermedades preexistentes en el sujeto.

En este caso se llama hiperhidrosis secundaria.

Las causas de la hiperhidrosis secundaria incluyen

  • hipertiroidismo
  • obesidad
  • enfermedades hormonales
  • condiciones como la menopausia
  • psiquiátrico patologías
  • enfermedades relacionadas con el sistema endocrino
  • La hiperhidrosis momentánea es aquella causada por condiciones temporales, como emociones fuertes.

En este caso, la sudoración suele localizarse, por ejemplo, en las palmas de las manos, en la frente y debajo de las axilas.

Por ejemplo, cuando uno está muy nervioso y tiene un susto repentino, la sobreproducción de sudor es común.

Diagnóstico

Hacer un diagnóstico de hiperhidrosis primaria o secundaria puede no ser fácil.

El primer paso para diagnosticar esta condición es sin duda visitar al médico general y describir los diferentes síntomas, así como las áreas afectadas y cuándo se presentan.

Después de una anamnesis cuidadosa, que también investiga cualquier caso en la familia, se puede solicitar una prueba de yodo-almidón.

Esta prueba consiste en aplicar una solución de yodo en la zona afectada, por ejemplo, las axilas.

Después de permitir que esta solución se seque, se aplica almidón de maíz para oscurecer las áreas donde se secreta el sudor.

De esta manera, es posible ver qué áreas se ven afectadas por la sobreproducción de sudor.

Esta información puede ser importante ya que, en el caso de una asimetría, por ejemplo, un factor neurológico podría estar en la raíz.

Además, es posible que se requieran más pruebas específicas.

Algunos ejemplos son la glucemia o la dosificación de hormonas tiroideas para descartar la presencia de enfermedades subyacentes como la diabetes y el hipertiroidismo, enfermedades responsables de la sudoración excesiva.

¿Cómo combatir la hiperhidrosis?

El tratamiento para combatir la hiperhidrosis varía según sea de origen primario o secundario.

De hecho, si la hiperhidrosis se reconoce como un síntoma de una enfermedad primaria, será el tratamiento de esta última el que también remediará este síntoma.

Si por el contrario nos encontramos ante una hiperhidrosis primaria tendremos que tratar directamente el síntoma utilizando alguno de estos remedios:

  • el uso de ropa y desodorantes específicos. Debe evitarse la ropa demasiado ajustada y, en su lugar, se recomiendan materiales más transpirables que permitan que la piel respire. A la hora de comprar desodorante, es recomendable optar por productos con cloruro de aluminio, siendo más fiables los productos neutros recomendados por los farmacéuticos;
  • el uso de la ionoforesis, que aprovecha la incapacidad temporal para producir sudor, que se puede lograr a través de un generador de corriente y dos recipientes de agua. De esta forma, las glándulas sudoríparas se inhiben durante un tiempo determinado;
  • la inyección de toxina botulínica A, que inhibe la secreción de sudor y es muy eficaz. Sin embargo, el tratamiento también es bastante doloroso y costoso y debe repetirse cada seis meses más o menos.
  • La iontoforesis es una de las alternativas más elegidas por los pacientes. Por lo general, esta práctica que se lleva a cabo en una clínica ambulatoria utiliza agua y electricidad: los pies o las manos se colocan en recipientes con agua o, alternativamente, se utilizan almohadillas para aplicar sobre la piel, como las axilas y la frente.

Remedios farmacológicos

En el panorama de los fármacos que pueden paliar la hiperhidrosis, encontramos los ansiolíticos utilizados en los casos en los que la hiperhidrosis está ligada a un estrés excesivo o cambios emocionales, recordando sin embargo que son fármacos que deben tomarse bajo estricto control médico y no exentos de efectos secundarios.

Por lo general, se recetan como un tratamiento básico para una afección relacionada con la ansiedad que a su vez conduce a la hiperhidrosis y no como un tratamiento para la hiperhidrosis en sí.

Hiperhidrosis y cirugía

Un tratamiento alternativo para la hiperhidrosis es un procedimiento quirúrgico llamado simpatectomía torácica endoscópica (ETS).

Se interrumpen las fibras nerviosas del sistema simpático: la operación se realiza bajo anestesia general y con un acceso toracoscópico de aproximadamente 1 cm.

La cirugía generalmente solo se realiza en pacientes con una indicación importante.

La simpacectomía puede tener efectos secundarios como bradicardia, síndrome de Horner e hiperhidrosis compensatoria en otras partes del cuerpo.

Sin embargo, no es una operación especialmente invasiva y garantiza un resultado óptimo en más del 95 por ciento de los casos tratados.

Las consecuencias psicológicas de la hiperhidrosis

La hiperhidrosis como es de esperar puede ser síntoma de otras enfermedades y/o patologías.

Sin embargo, esta condición puede conducir a una vergüenza y malestar psicológico severo, como la sensación de estar siempre mojado y ser juzgado por los demás.

Además, tener siempre las manos, la cara, las axilas y los pies sudorosos también puede dar lugar a la aparición de manchas antiestéticas en la ropa u olores desagradables, o favorecer las infecciones por hongos.

Estas molestias acarrean consecuencias que no deben subestimarse y un estilo de vida comprometido.

Para evitar la vergüenza, muchas personas siempre llevan consigo una muda de ropa y perfume.

Esta condición puede conducir a una depresión profunda, que afecta las relaciones personales, la autoestima y la carrera.

Las desagradables consecuencias de la hiperhidrosis pueden convertirse entonces en verdaderas fobias, como el miedo a estrechar la mano de un extraño por miedo a que la mano esté sudorosa.

Otro ejemplo es la vergüenza de hablar en público por miedo a sudar.

Estos comportamientos también pueden dar lugar a casos de autolesiones, por lo que es fundamental hablar con su médico sobre las mejores medidas para contener esta afección.

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