¿Qué es la vulvovaginitis? Síntomas, diagnóstico y tratamiento.

La vulvovaginitis es una inflamación que involucra la vagina y la vulva, es decir, la parte inferior del tracto genital femenino. Son varias las causas que pueden propiciar su aparición

Estos incluyen infecciones, reacciones irritativas, cambios hormonales y otras situaciones que contribuyen a alterar el ecosistema vaginal, haciéndolo más vulnerable.

Los síntomas de la vulvovaginitis suelen ser ardor, picazón, eritema, edema y dolor, a menudo asociados con flujo vaginal.

La irritación vaginal y vulvar puede empeorar con las relaciones sexuales y el hábito de una higiene íntima excesiva.

El diagnóstico de vulvovaginitis se realiza mediante un examen y análisis objetivos de las secreciones vaginales.

El tratamiento se dirige a la causa raíz, el control de los síntomas y la corrección de los hábitos de higiene.

Causas y factores de riesgo de la vulvovaginitis

La vulvovaginitis consiste en la inflamación simultánea de la vagina (vaginitis) y la vulva (vulvitis).

Este proceso inflamatorio tiene una variedad de causas, que incluyen infección, irritación, cambios hormonales y traumatismos.

Normalmente, en mujeres en edad reproductiva, los lactobacilos son los constituyentes predominantes de la flora microbiana vaginal.

La colonización por estas bacterias normalmente es protectora, ya que mantiene el pH vaginal en valores normales (entre 3.8 y 4.2) y evita el crecimiento excesivo de bacterias patógenas.

Además, los altos niveles de estrógenos mantienen el grosor de la mucosa vaginal, fortaleciendo las defensas locales.

Las causas no infecciosas representan alrededor del 30% de los casos de vulvovaginitis.

Causas infecciosas de la vulvovaginitis

En muchos casos, la vulvovaginitis se ve favorecida por un aumento del pH local (debido a la sangre menstrual, semen poscoital, lactobacilos reducidos y enfermedades concomitantes) y flora microbiana alterada (secundaria a una mala higiene personal, uso de antibióticos o corticoides y dietas desequilibradas) .

Estas condiciones predisponen a la proliferación de microorganismos patógenos y hacen que la mucosa vulvar y vaginal sea más vulnerable a los ataques infecciosos.

Los agentes responsables de la vulvovaginitis pueden ser micetos (p. ej., Candida albicans), bacterias (p. ej., Gardnerella vaginalis, estreptococos y estafilococos), protozoos (p. ej., Trichomonas vaginalis) y, más raramente, virus como el Herpes simplex.

En las niñas de 2 a 6 años de edad, la inflamación suele ser el resultado de una infección por la flora microbiana del tracto gastrointestinal; un factor que frecuentemente favorece esta condición es la mala higiene perineal (ej. hábito incorrecto de limpiarse de atrás para adelante después de la evacuación; no lavarse las manos después de defecar; rascarse ante la picazón, etc.).

En mujeres en edad reproductiva, la vulvovaginitis puede resultar de una infección con patógenos responsables de enfermedades de transmisión sexual (incluyendo Neisseria gonorrhoeae, Trichomonas vaginalis y Chlamydia trachomatis).

Otras condiciones que predisponen a las infecciones vaginales y vulvares incluyen fístulas entre el intestino y el tracto genital, y la radioterapia o los tumores pélvicos, que lesionan los tejidos y, por lo tanto, comprometen las defensas normales del huésped.

Causas irritativas de la vulvovaginitis

La vulvovaginitis puede resultar de hipersensibilidad o reacciones irritativas de la mucosa vulvar y vaginal.

El uso excesivo de limpiadores íntimos y duchas vaginales aumenta mucho el riesgo de padecer el trastorno.

En personas susceptibles, la exposición a ciertos químicos contenidos en los baños de burbujas y jabones puede incluso provocar una reacción alérgica.

También se incluyen en la categoría de sensibilizadores potenciales los aerosoles o perfumes higiénicos, los suavizantes de telas, los tintes y los aditivos en los detergentes.

Ocasionalmente, la irritación puede resultar del uso de lubricantes o cremas vaginales, condones de látex, espermicidas, anillos vaginales anticonceptivos, diafragmas o dispositivos intrauterinos.

En pacientes incontinentes o postradas en cama, la mala higiene puede causar una inflamación vulvar crónica causada por la irritación química de la orina o las heces.

La vulvovaginitis también puede ser causada por causas físicas, como abrasiones por lubricación inadecuada durante las relaciones sexuales, estimulación mecánica prolongada o rozaduras por ropa excesivamente ajustada, especialmente si es de material sintético.

El contacto prolongado con un cuerpo extraño, como un condón, un tampón, restos de papel higiénico o granos de arena, también puede causar una vulvovaginitis inespecífica con secreción de sangre.

Otras causas de Vulvovaginitis

Como se mencionó, los desequilibrios en el entorno vulvar y vaginal también pueden ser el resultado de inmunodepresión y enfermedades sistémicas, como la diabetes.

Otros factores de riesgo para la vulvovaginitis incluyen el uso prolongado de ciertos medicamentos, como antibióticos y corticosteroides.

Los cambios hormonales también pueden favorecer la aparición de vulvovaginitis.

Después de la menopausia, por ejemplo, una marcada disminución de estrógeno provoca el adelgazamiento de la vagina y una mayor susceptibilidad a la inflamación (vaginitis atrófica).

Los cambios en el equilibrio hormonal también pueden ocurrir en otros momentos, como después del parto o durante la lactancia.

La reducción de estrógeno también puede ser inducida por ciertos tratamientos, como la extirpación quirúrgica de los ovarios, la radiación pélvica y la quimioterapia.

En algunos casos, la vulvovaginitis de carácter no infeccioso puede verse favorecida por factores psicológicos (p. ej. vida sexual insatisfactoria o cuadros depresivos).

Signos y Síntomas

La vulvovaginitis generalmente se manifiesta como picazón, dolor y enrojecimiento de los labios menores, los labios mayores y el orificio vaginal.

Estos síntomas suelen ir acompañados de secreción de la vulva y dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia).

La irritación local también puede provocar ardor o sangrado leve.

Además, puede ocurrir disuria (dolor al orinar) y sequedad vaginal.

En algunos casos, la vulva puede aparecer edematosa y pueden aparecer excoriaciones, ampollas, ulceraciones y fisuras.

Flujo vaginal y vulvar

La apariencia y la cantidad de flujo vulvovaginal difieren según la causa de la inflamación.

El flujo vaginal normal es de color blanco lechoso o mucoide, inodoro y no irritante; a veces, puede provocar que la ropa interior se moje.

En el caso de infecciones bacterianas, suele aparecer una leucorrea blanca o grisácea, con olor amínico a pescado.

Este último puede llegar a ser muy intenso cuando se produce la alcalinización del flujo, después del coito y la menstruación; la picazón y la irritación también son comunes.

La vulvovaginitis por cándida generalmente causa una secreción vaginal blanquecina de aspecto caseoso; estas pérdidas van acompañadas de intenso prurito y dolor durante el coito.

La secreción profusa, espumosa, maloliente y de color amarillo verdoso generalmente indica una infección por Trichomonas.

La infección por el virus del herpes no altera el flujo vaginal normal, pero se acompaña de la aparición de ampollas dolorosas.

Posibles complicaciones

Si no se trata adecuadamente, la vulvovaginitis infecciosa puede volverse crónica.

Además, algunas infecciones (incluidas la clamidia y la tricomoniasis) pueden propagarse al útero, las trompas y los ovarios, lo que aumenta el riesgo de enfermedad pélvica inflamatoria y puede comprometer la fertilidad de la mujer.

La vulvovaginitis también puede promover la endometritis posparto, la corioamnionitis, la ruptura prematura de membranas y el parto prematuro.

Diagnóstico de vulvovaginitis

El diagnóstico de vulvovaginitis se realiza sobre la base de los síntomas y signos durante el examen ginecológico, durante el cual se examina la parte inferior del tracto genital femenino.

En la inspección, se puede notar enrojecimiento y edema vulvar, acompañado de excoriaciones y fisuras.

Con menos frecuencia, la vulvovaginitis puede estar asociada con la aparición de ampollas, ulceraciones o vesículas.

Para determinar la causa de la inflamación, se pueden tomar muestras de las secreciones vaginales con hisopos.

Mediante la medición del pH y el examen microscópico de este material, se puede dar una primera pista sobre la etiología que causa el trastorno.

El hallazgo de flujo vaginal atípico, la presencia de Las células blancas de la sangre en la muestra o una inflamación concomitante del cuello uterino debe conducir a una evaluación de la posible presencia de una enfermedad de transmisión sexual y requiere más investigaciones.

Si los resultados de los exámenes ambulatorios no son concluyentes, se puede cultivar la secreción.

La persistencia de los síntomas, acompañada de la presencia de estilos de vida y hábitos particulares (por ejemplo, abuso de limpiadores íntimos, tampones o protegeslips) debe llamar la atención sobre el hecho de que puede tratarse de una forma de hipersensibilidad vaginal a los agentes irritantes.

Diagnóstico diferencial

La secreción cervical causada por la inflamación del cuello uterino puede parecerse a la vulvovaginitis; el dolor abdominal, el dolor a la palpación del cuello uterino o la inflamación del cuello uterino sugieren enfermedad pélvica inflamatoria.

Una secreción acuosa y/o hemática puede ser consecuencia de un cáncer de vulva, vagina o cuello uterino.

Estas neoplasias se pueden diferenciar de la vulvovaginitis mediante un examen objetivo y la prueba de Papanicolau (prueba de PAP)

La picazón y el flujo vaginal también pueden ser el resultado de enfermedades de la piel (como la psoriasis y la tiña versicolor), que pueden revelarse a través de la historia y los hallazgos de la piel.

En niñas, si se encuentra vulvovaginitis por Trichomonas, se debe hacer un diagnóstico diferencial con abuso sexual.

Tratamiento Vulvovaginitis: ¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento está, en primer lugar, dirigido a las causas de la vulvovaginitis.

En el caso de la vulvovaginitis de origen bacteriano, el tratamiento consiste en antibióticos, como metronidazol, clindamicina y tinidazol, por vía oral o por vía tópica durante unos días.

En el caso de las infecciones fúngicas, en cambio, están indicados los fármacos antifúngicos, de aplicación tópica u oral.

En el caso de fenómenos alérgicos o irritativos, se debe evitar la aplicación de jabones excesivamente alcalinos o colorantes y preparados tópicos no imprescindibles (como perfumes o desodorantes íntimos y cremas depilatorias) sobre la vulva, y el uso de la sustancia sensibilizante que causó la reacción debe suspenderse.

Si los síntomas son moderados o intensos, el médico puede prescribir un tratamiento farmacológico a base de productos antisépticos y antiinflamatorios, como la bencidina.

Para el prurito, sin embargo, puede estar indicada la aplicación de corticoides tópicos en la vulva, pero no en la vagina.

Los antihistamínicos orales también reducen la sensación de picazón y causan somnolencia, a veces mejorando el sueño del paciente por la noche.

En el caso de vulvovaginitis, se debe prestar atención a la adopción de las medidas higiénicas adecuadas.

En particular, es importante limpiarse de adelante hacia atrás después de cada evacuación y micción, recordar lavarse las manos y evitar tocar el perineo.

Además, es recomendable abstenerse de tener relaciones sexuales o utilizar preservativo, hasta que se establezca la recuperación.

El uso de limpiadores íntimos no debe hacerse en exceso: este hábito puede alterar las defensas inmunitarias naturales de la vagina y la flora microbiana saprofita.

Si la inflamación crónica se debe a la enuresis nocturna o la incontinencia, puede ser útil mantener una mejor higiene vulvar secando cuidadosamente la piel y las membranas mucosas después de ir al baño; cambiar la ropa interior con frecuencia y usar ropa suelta de algodón reduce la humedad local y la proliferación de microorganismos patógenos.

El uso de ropa demasiado apretada o no transpirable, además de promover la vulvovaginitis, puede prolongar el tiempo de curación.

Vulvovaginitis: ¿se puede prevenir?

Además de seguir estrictamente la terapia para la vulvovaginitis indicada por el ginecólogo, es recomendable asociar ciertas conductas útiles para prevenir infecciones o irritaciones posteriores.

El uso de preservativos puede ayudar a limitar el riesgo de ciertos procesos infecciosos que pueden transmitirse por vía sexual.

Otra buena regla es elegir ropa interior que garantice una transpirabilidad adecuada y que no irrite el área genital.

Por lo tanto, se debe preferir el uso de ropa interior de puro algodón, preferiblemente blanca; este tejido natural permite la correcta oxigenación de los tejidos y limita el estancamiento de las secreciones.

Para prevenir la vulvovaginitis, también es recomendable evitar el uso continuado de toallitas íntimas desodorantes, protegeslips, tampones y jabones de pH ácido.

Por último, en la profilaxis de las reinfecciones puede ser útil corregir los desequilibrios hormonales, incluir en la dieta diaria yogures o enzimas de la leche y limitar la ingesta de hidratos de carbono y azúcares.

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