Cervicalgia: síntomas y cómo tratarla

El dolor de cuello o cervicalgia, lo que muchas veces llamamos simplemente 'cervicalgia', es un trastorno asociado a la inflamación de los músculos, articulaciones o tendones del cuello, que puede afectar a personas de cualquier edad, y que se relaciona con diversos factores desencadenantes

Puede desarrollarse a partir de simples contracturas y posturas incorrectas, por ejemplo durante la jornada laboral o el descanso nocturno, o ser causada por patologías más complejas, como hernias discales, traumatismos o las consecuencias de un tratamiento quirúrgico.

Debido a esta multiplicidad de posibles causas, cuello el dolor puede presentarse en un episodio agudo o en una forma crónica empeorada por las exacerbaciones.

Sufrir dolor de cuello es muy común, pero no se debe ignorar la presencia de dolor de cuello, ya que es un complejo articular delicado en el que se ubican diversos órganos y estructuras.

Dolor de cuello: síntomas de cervicalgia

La cervicalgia puede manifestarse como un dolor localizado en el área del cuello o como un dolor que afecta el hombro, el brazo o la parte superior de la espalda, caracterizado por una sensación de rigidez y pesadez y exacerbado por el movimiento.

Se trata, por tanto, de un trastorno especialmente incapacitante para quienes lo padecen, ya que, al impedir los simples movimientos del cuello y las rotaciones de la cabeza, interfiere en la realización de las actividades cotidianas más sencillas.

Otro síntoma asociado con el dolor cervical es el dolor de cabeza: se llama dolor de cabeza cervicogénico y es de naturaleza musculoesquelética.

Este tipo de cefalea provoca un dolor pulsátil, opresivo o persistente de intensidad moderada, que se localiza especialmente en la zona fronto-temporal y occipital y aumenta con la realización de movimientos.

En presencia de hernias discales, además, el dolor de cuello se agudiza: las raíces nerviosas se comprimen y el paciente puede experimentar déficits de sensibilidad o fuerza en los brazos, que se asocian a la típica sensación de hormigueo o descarga eléctrica.

En una etapa más severa, la médula cervical puede sufrir, provocando un aumento de los síntomas, que también involucran a las extremidades inferiores, lo que lleva a alteraciones del equilibrio y motrices y posible incontinencia.

Cervicalgia: qué la causa

Cuando hablamos de cervicalgia, ya sea aguda o crónica, en la mayoría de los casos debemos referirnos a alteraciones del componente muscular, provocadas por un esfuerzo mecánico brusco y violento que provoca una contractura, o por un esfuerzo menor pero prolongado que provoca una sobrecarga. y por lo tanto un espasmo muscular reflejo.

Uno de los traumatismos más comunes con los que se asocia la cervicalgia es el latigazo cervical: un movimiento brusco, generalmente debido a accidentes de tráfico o trabajo extenuante, que provoca la extensión y posterior flexión consecutiva y brusca de los músculos del cuello.

Sin embargo, la cervicalgia también puede ser causada por artrosis de las articulaciones de contacto entre las vértebras.

En todos estos casos, los más simples movimientos articulares provocan dolor, o la presencia de hernias discales. Finalmente, más raramente, ciertas infecciones (reumatológicas, neurológicas, vasculares o tumorales) también pueden causar dolor de cuello, pero la cervicalgia, en estos casos, es un síntoma secundario.

Cómo prevenir el dolor de cuello

No es posible evitar eventos traumáticos repentinos como latigazos cervicales o infecciones, pero para aliviar el dolor de cuello o retrasar su aparición, cuando es causado por trastornos musculares, existen algunas buenas prácticas que pueden implementarse de forma sencilla.

La primera regla se refiere a la postura, que debe mantenerse correcta, por ejemplo, durante las horas de trabajo que ocupan la mayor parte de nuestro día.

En particular, el cuello debe estar recto, alineado con el resto de la figura, y no inclinado hacia adelante o hacia abajo.

Para algunos puede resultar cómodo utilizar una almohada para apoyarse, siempre a la altura del cuello o de la cabeza.

En cambio, a la hora de dormir, lo mejor es favorecer las posiciones supinas y evitar dormir boca abajo con el cuello girado hacia un lado.

También existen diversos ejercicios de estiramiento que son útiles para acostumbrarnos a una postura correcta y fortalecer los músculos que protegen nuestra columna vertebral, pero antes de realizarlos, lo mejor es consultar a un especialista, porque cada paciente tiene diferentes problemas clínicos y los ejercicios adecuados para una persona pueden no ser recomendables para otra.

La actividad motora regular o la práctica deportiva también son fundamentales para mantener un buen tono muscular y elasticidad, ambos factores protectores de la aparición de espasmos dolorosos.

Cervicalgia: ¿qué hacer?

Si por cervicalgia musculoesquelética suele ser suficiente establecer un programa de ejercicios de estiramiento con el especialista, además de los cambios posturales necesarios; en el caso de episodios agudos de dolor de cuello, sin embargo, puede ser necesario recurrir a la terapia con medicamentos.

En estos casos se suele utilizar antiinflamatorios y relajantes musculares, o mesoterapia antálgica, en la que el fármaco se administra por inyección subcutánea y actúa directamente sobre el tracto doloroso.

En determinados casos puede ser adecuado combinar sesiones de movilización de columna, masoterapia o fisioterapia, que se determinará con el especialista remitente en función de la gravedad del dolor cervical.

Un tratamiento innovador para reducir los síntomas de la cervicalgia está representado por procedimientos guiados por ultrasonido, gracias a los cuales es posible intervenir en las estructuras desde las cuales se irradia el dolor de manera dirigida y sin la ayuda de radiaciones dañinas para la salud.

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Humanitas

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