Defecación obstruida: cómo se manifiesta y cómo tratar esta forma de estreñimiento crónico

La defecación obstruida es una forma de estreñimiento crónico (que dura más de 6 meses) que se manifiesta por una obstrucción en la correcta expulsión de las heces de consistencia dura.

Buscar el consejo de un buen especialista, que comprenderá el problema y establecerá de inmediato un curso de acción terapéutico, es el enfoque más correcto para este tipo de trastorno.

¿Qué es la defecación obstruida?

En la defecación obstruida, el problema se debe a la dificultad de la persona para expulsar las heces que han llegado regularmente.

Es un problema que afecta principalmente a sujetos femeninos.

Este mal funcionamiento se manifiesta por algunos síntomas específicos como una defecación difícil con ponzamento prolongado y excesivo (intenso esfuerzo abdominal para evacuar) en un intento de expulsar las heces (de una consistencia bastante dura) que, en la mayoría de los casos, se produce de forma incompleta y fraccionada.

Tras descartar causas orgánicas como, por ejemplo, cáncer colorrectal, enfermedad diverticular complicada, enfermedades inflamatorias crónicas, es necesario investigar si existe una obstrucción a la defecación a nivel del recto, el último tramo del intestino.

Causas

La dificultad expulsiva suele estar provocada por la presencia de un prolapso del recto dentro del propio recto.

Se puede comparar con un telescopio: cuanto más se cierra, más se reduce el lumen libre.

Así, a medida que la luz libre del recto se hace cada vez más pequeña, la evacuación se hace más difícil y las heces se estancan y salen de forma fragmentada e incompleta.

Todo esto, unido al esfuerzo de la paciente por evacuar, provoca un aplanamiento de la pared anterior del recto, lo que se denomina rectocele, es decir, una herniación del recto hacia la vagina (una especie de bolsa) en la que se depositan las heces. estancarse, lo que, junto con el prolapso, contribuye a la obstrucción.

Muchas veces el prolapso de recto va asociado también a un prolapso uroginecológico y muchas veces el tratamiento de este último también corrige el prolapso de recto.

Por ello, la visita al especialista es fundamental para poder estudiar y tratar este tipo de patologías de la forma más correcta.

En ocasiones, la dificultad en la expulsión también puede estar provocada por una patología funcional, es decir, por una relajación inadecuada de los músculos del suelo pélvico que, cuando el paciente empuja para defecar, en lugar de relajarse y abrir el canal anal para dejar salir las heces, se contraen y cierralo.

Cuando el paciente contrae los músculos abdominales para defecar, pero encuentra una descoordinación importante de los músculos del suelo pélvico que, en lugar de promover sinérgicamente la expulsión, la dificultan, se produce una disinergia del suelo pélvico.

Esto no se puede resolver quirúrgicamente, sino con ciclos de fisioterapia del suelo pélvico que reeducan el suelo pélvico para su correcto funcionamiento.

Síntomas de obstrucción

El paciente comienza a quejarse de que ya no puede expulsar las heces.

Luego dice que es capaz de defecar varias veces, es decir, fraccionadamente hasta 3 o más veces al día.

Refiere sentirse todavía lleno después de ir al baño, luego una franca sensación de defecación incompleta, hasta una dolorosa sensación de peso en el ano.

En los casos más extremos, el paciente se ve obligado a aplicar presión con los dedos alrededor del ano, para que las heces vuelvan a la posición correcta para poder salir.

Cuando existe una obstrucción a nivel de la salida de las heces por un prolapso, no tiene sentido recurrir crónicamente a laxantes, que no resuelven la patología, pero es necesario desbloquear.

Cómo se diagnostica la defecación obstruida

Para un correcto diagnóstico de la defecación obstruida, tras una exploración especializada, se utiliza en primer lugar una colpocistodefecografía, un examen radiológico muy sencillo en el que se administra un pequeño enema de medio de contraste en el recto del paciente.

Luego se le hace sentarse en un orinal radiotransparente, y mediante un estudio de rayos X, mientras poncta y expulsa, observamos

  • cuánto prolapso ('canthus') se forma;
  • si un rectocele está presente y su extensión;
  • si hay disinergia presente;
  • sobre todo, cuánto contraste residual queda después de que el paciente haya terminado de defecar.

Además de esto, siempre se debe realizar una colonoscopia, que es útil para descartar la presencia de causas orgánicas intestinales más graves, y posiblemente también una manometría anorrectal, si se sospecha disinergia.

Como tratarlo

Si estamos en presencia de una obstrucción disinérgica, la fisioterapia es suficiente; si por el contrario estamos ante un prolapso-obstrucción rectal, es necesario recurrir a la cirugía destructiva.

Si el prolapso y/o rectocele se acompaña además de disinergia, se utilizará una combinación de cirugía y fisioterapia.

Si el prolapso rectal está asociado a un prolapso uroginecológico, el abordaje multidisciplinar del especialista decidirá por una intervención uroginecológica, rectal o de solución combinada únicamente.

Defecación Obstruida, Cirugía

La cirugía para el tratamiento de la defecación obstruida por vía rectal es rutinaria y sencilla.

Consiste en la extirpación del rectocele y prolapso mediante sutura mecánica.

La herida quirúrgica se cierra con pequeñas grapas metálicas que son expulsadas espontáneamente por el paciente al defecar a los 6 meses.

La herida quirúrgica se coloca dentro del canal anal, en una zona que no está inervada y por lo tanto no duele.

No hay heridas externas y no se insertan molestos tampones.

El paciente se alimenta inmediatamente y puede ir al baño con regularidad.

La estancia hospitalaria es de un máximo de 2 días, transcurridos los cuales el paciente puede irse a casa sin dolor, solo con molestias leves.

Puede comer e ir al baño sin ningún problema y reanudar sus actividades inmediatamente con una simple revisión a los 7 días.

Cómo prevenir las recurrencias

A pesar de la cirugía, siempre se deben implementar todas las reglas que se aplican en el estreñimiento para evitar recurrencias y, por lo tanto, con fines preventivos.

Entre estos, los más importantes son

  • mantener la posición a 35 grados durante la defecación;
  • una dieta variada, rica en líquidos (sobre todo en los meses cálidos) y residuos (frutas y verduras);
  • actividad física adecuada, evitando en lo posible el sedentarismo.

La posición correcta para defecar

Debe saberse que los occidentales tenemos la costumbre de evacuar manteniendo típicamente una posición sentada de 90°.

Esta es una posición incorrecta, porque no facilita la correcta salida de las heces.

La posición ideal sería en un ángulo agudo, 35°, con las piernas flexionadas sobre el torso.

La posición de 35° es una posición que relaja los músculos del suelo pélvico, especialmente el pubo recto, que normalmente es un músculo que participa en la continencia cerrando el recto.

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Fuente:

GSD

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