Cistitis, los antibióticos no siempre son necesarios: descubrimos la profilaxis no antibiótica

La cistitis es una inflamación del tracto urinario inferior, que puede afectar tanto a hombres como a mujeres.

La cistitis generalmente se diagnostica a través de los síntomas que el paciente informa

Los síntomas característicos de esta afección son aumento de la frecuencia urinaria, dolor al orinar, sensación de malestar suprapúbico, sensación de volumen y pesadez; también puede haber sangre en la orina.

Ante los primeros síntomas de cistitis es necesario contactar con el médico, quien prescribirá las pruebas más adecuadas y, en su caso, derivará al paciente al especialista de referencia, en caso de que la situación clínica deje dudas.

Algunas formas de cistitis son de intensidad modesta y se presentan con aumento de la frecuencia urinaria y ardor; luego hay una forma más intensa, asociada a sangre en la orina, que se denomina hematuria.

En este caso, el dolor en la uretra al orinar es muy intenso.

¿Cómo se trata la cistitis?

La cistitis se trata siguiendo dos caminos diferentes pero complementarios.

En primer lugar, es bueno aumentar la ingesta de líquidos, tomando muchos líquidos, y luego es bueno tomar suplementos, blueberry in primis.

Numerosas evidencias de la literatura científica muestran que la principal propiedad del arándano es inhibir la adhesión de bacterias a la mucosa de la vejiga.

La infección, de hecho, surge cuando los gérmenes, adheridos a la mucosa de la vejiga, se alimentan y proliferan, generando cistitis.

Cistitis, ¿cuándo se necesitan antibióticos?

Desafortunadamente, es común usar antibióticos tan pronto como aparecen los síntomas de la cistitis, pero debemos recordar que esta terapia solo debe usarse en presencia de una infección bacteriana.

El uso inadecuado de antibióticos puede ser un problema a largo plazo, ya que pueden desarrollarse colonias de gérmenes y bacterias resistentes a los antibióticos.

Además, la propagación de gérmenes y bacterias resistentes a los antibióticos representa un peligro real para la salud pública a medio y largo plazo.

El uso de D-manosa

La pared interna de la vejiga juega un papel impermeable: evita que el líquido de la vejiga (que contiene sustancias tóxicas que deben eliminarse del cuerpo) se derrame.

Para que esta exudación no se produzca, existen principalmente estructuras a base de azúcar (en términos muy generales) que protegen contra la absorción de sustancias tóxicas y, al mismo tiempo, evitan que los gérmenes se adhieran a la mucosa vesical.

El uso de D-manosa permite reconstruir la integridad de la mucosa de la vejiga, es decir, restablecer, por así decirlo, un buen "esmalte" del interior de la vejiga, lo que representa una valiosa prevención de recurrencias de infecciones bacterianas.

Lo encontramos en forma de suplemento y en diversas formulaciones.

El problema con la D-manosa está principalmente relacionado con la dosis.

Muy a menudo, se deben tomar dosis bastante altas y, por lo tanto, la terapia requiere múltiples administraciones durante el día.

Esto puede ser un obstáculo para completar el tratamiento o mantener la profilaxis, precisamente por la dificultad del paciente para seguir diariamente con compromiso y constancia la posología prescrita.

¿Se puede usar ácido hialurónico para tratar la cistitis?

El ácido hialurónico es lo último en dispositivos de profilaxis sin antibióticos.

Hoy en día, es uno de los dispositivos sobre los que hay más atención en la literatura y en la comunidad científica.

El ácido hialurónico se puede usar por vía intravesical, es decir, en comparación con otros dispositivos como el arándano y la D-manosa, se pone directamente en contacto con la vejiga mediante instilación, o por vía oral.

Confirmando la importancia reconocida del ácido hialurónico en la actualidad, un artículo publicado en el British Medical Journal muestra cómo el uso prolongado de ácido hialurónico intravesical puede prevenir la cistitis bacteriana recurrente.

La posibilidad de no utilizar antibióticos repetidamente previene así la aparición de resistencias entre las bacterias responsables de las infecciones urinarias.

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Fuente:

Humanitas

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