Parestesias: significado, causas, riesgos, diagnóstico, curas, remedios, ejercicios

¿Qué son las parestesias? En medicina, la parestesia (en inglés 'paresthesia') hace referencia a una condición caracterizada por una percepción alterada de la sensibilidad a diversos estímulos sensoriales (térmicos, táctiles, dolorosos, vibratorios) tanto en su inicio, duración y dislocación

El término "parestesia" también se refiere a una alteración subjetiva de la sensibilidad consistente en la aparición de una sensación elemental (hormigueo, hormigueo, cosquilleo, picor, pinchazo, etc.) en ausencia de una estimulación específica.

Una sensación de hormigueo 'normal' tiende a ocurrir cuando se está de pie o sentado por mucho tiempo, o cuando se usan zapatos demasiado ajustados y tacones excesivamente altos: por lo general, este tipo de hormigueo desaparece en unos minutos al cambiar de posición o de tipo de zapato.

Causas y factores de riesgo de las parestesias

Hay muchas condiciones y patologías que pueden causar parestesias, desde mielopatías y radiculopatías hasta mala circulación sanguínea.

Por lo general, uno o más factores que interfieren con el funcionamiento del sistema nervioso (tanto central como periférico) y/o del sistema vascular (tanto arterial como venoso) están en la raíz de la parestesia.

Cuando la parestesia se caracteriza por un hormigueo transitorio en los pies, puede deberse a un pinzamiento de los nervios: esto ocurre si está mucho tiempo de pie o sentado o si usa zapatos demasiado ajustados y tacones altos.

Algunas enfermedades y condiciones que pueden causar o promover parestesias son:

  • claudicación intermitente;
  • accidente cerebrovascular
  • síndrome de fasciculaciones y calambres benignos;
  • tumores de las glándulas salivales;
  • acromegalia;
  • ansiedad y estrés crónicos;
  • infarto de miocardio;
  • espondilosis cervical;
  • espondilosis lumbar;
  • artrosis
  • varios tipos de enfermedades discales, como hernias discales;
  • espondilolistesis;
  • siringomielia (por malformación de Chiari, trauma, tumor o escoliosis/cifosis);
  • masas óseas anormales como por enfermedad de Paget o tumores óseos/metástasis;
  • espinal tumores;
  • malformaciones congénitas de la columna vertebral;
  • infecciones;
  • síndrome de fatiga crónica;
  • fracturas vertebrales;
  • neuromiotonía adquirida o síndrome de Isaacs;
  • postura crónicamente incorrecta;
  • mantener una posición corporal durante demasiado tiempo (por ejemplo, de pie o sentado);
  • trauma en la columna (por accidentes de tráfico, deportes, etc.);
  • trauma de varios tipos;
  • usar zapatos ajustados y/o de tacón alto;
  • síndrome del hombre rígido;
  • amiloidosis;
  • familiaridad;
  • aterosclerosis;
  • trombosis;
  • embolia
  • isquemia;
  • pie diabético
  • policitemia vera;
  • poliomielitis;
  • rabia;
  • vasculopatías;
  • coagulopatías;
  • síndrome del túnel carpiano;
  • Síndrome de Sjogren;
  • la fibromialgia;
  • quemaduras
  • mala circulación venosa;
  • venas varicosas;
  • ataques de pánico;
  • dolor de cabeza;
  • diabetes;
  • dislipidemia;
  • cáncer de mama;
  • Enfermedades de la piel;
  • virus del ébola;
  • inflamación del hígado o riñón;
  • El fenómeno de Raynaud;
  • hipertiroidismo;
  • esclerosis múltiple;
  • abuso de alcohol, tabaco u otras sustancias;
  • efecto secundario de un medicamento que se está tomando;
  • dolores de cabeza por migraña;
  • sabañones;
  • Infección de herpes;
  • herpes zóster oftálmico;
  • inflamación del nervio trigémino;
  • Enfermedad de Paget.

Síntomas y signos asociados con parestesia

Dependiendo de la patología subyacente que la cause, la parestesia puede estar asociada con muchos otros síntomas, como

  • dolor en el lugar de inicio de la compresión del nervio medular y/o espinal, p. cuello, tórax, espalda, región lumbar y/o extremidades superiores o inferiores, en algunos casos irradiando a los pies o manos
  • sensación de rigidez en el cuello, espalda y/o extremidades superiores o inferiores;
  • trastornos urinarios: por ejemplo, incontinencia urinaria y dificultad para orinar
  • trastornos intestinales: por ejemplo, incontinencia fecal y estreñimiento;
  • trastornos sexuales: dificultad para mantener una erección y/o anorgasmia;
  • Síntomas parecidos a los de la gripe, como fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, cansancio generalizado, pérdida de apetito, malestar general (especialmente en caso de inflamación/infección de la médula espinal)
  • claudicatio intermitente;
  • astenia (falta general de fuerza)
  • fatigabilidad fácil;
  • mioclono;
  • somnolencia;
  • espasmos musculares;
  • pérdida de reflejos;
  • pérdida de fuerza en los miembros superiores y/o inferiores;
  • dificultades motoras;
  • fasciculaciones musculares;
  • parálisis de los miembros superiores y/o inferiores;
  • pérdida de sensibilidad de la piel;
  • dolor;
  • entumecimiento en la cara;
  • inestabilidad de la postura a veces con pérdida del equilibrio;
  • atrofia muscular.

Diagnóstico

Las investigaciones útiles para diagnosticar la causa subyacente de las parestesias varían según la patología o condición que el médico llegue a sospechar a través de la anamnesis (recopilación de todos los datos relacionados con el paciente y su historial) y el examen objetivo (el examen real).

En general, las exploraciones que pueden ser útiles para diagnosticar la causa de las parestesias son:

  • análisis de sangre;
  • Pruebas de laboratorio;
  • resonancia magnética;
  • tomografía computarizada (CT);
  • radiografía
  • mielografía
  • electrocardiograma;
  • ultrasonido con doppler color
  • biopsias;
  • análisis postural;
  • examen vestibular;
  • electromiografía;
  • electroencefalograma;
  • punción lumbar

IMPORTANTE: No todos los exámenes enumerados son siempre necesarios.

El diagnóstico (y tratamiento) de una condición que causa parestesia puede requerir la intervención de varios profesionales, incluyendo un neurólogo, neurocirujano, ortopedista, otorrinolaringólogo, posturólogo, cirujano vascular; radiólogo, hematólogo, gnatólogo, cirujano maxilofacial, cardiólogo, fisioterapeuta y otros.

¿Cuándo llamar al médico?

La parestesia leve, que ocurre solo una vez y quizás después de mantener una posición "incómoda" durante mucho tiempo, puede ser completamente normal y no debe causar preocupación.

Por el contrario, una parestesia severa, que recurre sin motivo aparente y con frecuencia, debe ser investigada por el médico: en algunos casos, el hormigueo o el ardor pueden ser signos de una afección o patología grave que debe evaluarse de inmediato.

Se debe llamar al número único de urgencias 112 especialmente cuando las parestesias se asocian a síntomas graves como

  • cambio en el nivel de conciencia o estado de alerta
  • cambio en el estado mental
  • cambio repentino en el comportamiento (por ejemplo, estado de confusión, delirio, letargo, alucinaciones)
  • Confusión;
  • dificultad para hablar;
  • entumecimiento o debilidad en un lado del cuerpo;
  • dificultad en el movimiento;
  • sensibilidad alterada;
  • parálisis
  • cambios repentinos en la visión;
  • pérdida de visión
  • dolor ocular;
  • incontinencia urinaria;
  • incontinencia fecal;
  • desmayo
  • Déficit eréctil o anorgasmia.

Cuando la parestesia se produce de forma continua e invasiva, después de un traumatismo en la cabeza, el cuello o la espalda, y hay una sensación de que se está extendiendo por todo el cuerpo, es fundamental buscar atención médica.

Terapias y remedios para las parestesias

No existe una terapia única que sea válida en todos los casos: en cambio, existen varios tipos de terapias que pueden usarse para tratar el factor subyacente que causa la parestesia.

Sin embargo, para reducir el hormigueo en los pies y los dedos de los pies, existen consejos que siempre son válidos, como evitar usar tacones altos o zapatos que aprieten demasiado los dedos de los pies.

Si no puedes dejar este hábito, utiliza plantillas y compra zapatos de alta calidad.

Tenga cuidado de no hacer entrenamientos de alto impacto estirándose antes de hacer ejercicio, de nuevo con zapatillas adecuadas para correr y para el gimnasio en superficies planas.

Elija buenos deportes alternativos que no causen hormigueo, como la natación y el ciclismo, e intente perder peso tanto como sea posible, ya que se sabe que el sobrepeso y la obesidad aumentan esta sensación incómoda.

Dado que sentarse con las piernas cruzadas o con las piernas cruzadas durante períodos prolongados puede provocar entumecimiento, cambie de posición con frecuencia para ayudar a la circulación sanguínea y liberar las arterias obstruidas.

Use medias y calcetines de compresión para aumentar la sensibilidad de los dedos de los pies, reducir el alcohol y mantener los pies calientes con una manta térmica.

Algunos ejercicios pueden reducir la parestesia y el dolor lumbosacro y/o de cuello que a menudo se asocia con ella.

Ejercicios que pueden disminuir las parestesias de la zona lumbar, glúteos y miembros inferiores y el dolor lumbosacro

  • ejercicio 1: sentado con las piernas separadas, inclínate hacia adelante lentamente hasta tocar primero un pie, luego el otro pie; luego levántese lentamente hasta que esté de espaldas con los hombros y la espalda rectos y levante los brazos con las manos juntas;
  • ejercicio 2: de pie con las piernas ligeramente separadas, coloque las manos detrás de la espalda justo por encima de las nalgas, luego extienda lentamente la espalda hacia atrás manteniendo las rodillas rectas.

Ejercicios que pueden disminuir las parestesias de cuello, cabeza, hombros y miembros superiores y el dolor de cuello:

  • ejercicio 1: de pie o sentado, doble lentamente el cuello hacia los lados, haciendo una pausa de unos segundos entre las curvas en la posición inicial;
  • ejercicio 2: de pie o sentado, doble lentamente el cuello hacia un lado; con la mano del lado hacia el que está doblado el cuello, sujete la muñeca del brazo opuesto y tire de ella ligeramente hacia abajo para que se tensen los músculos del trapecio y del hombro contralateral; mantenga la posición durante 20 segundos y cambie de lado;
  • ejercicio 3: de pie, doble lentamente el cuello hacia los lados; con la mano del lado hacia el que está inclinada la cabeza, empújela ligeramente hacia abajo para aplicar tensión; dobla tu otro brazo a 90º llevando tu mano detrás de tu espalda; mantener la posición durante 20 segundos y cambiar de lado
  • ejercicio 4: de pie o sentado con la espalda erguida, doble lentamente el cuello hacia la derecha, hacia atrás, hacia la izquierda y hacia adelante para realizar un círculo completo de la cabeza; mantenga los hombros y el cuello relajados durante todo el movimiento y repita en la dirección opuesta.

Además, los ejercicios de estiramiento, que deben realizarse bajo supervisión médica, pueden mejorar la situación.

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