Cánceres de piel: prevención y cuidados

La piel es un órgano del cuerpo como cualquier otro, como el hígado, riñón, pulmón, corazón. Sin embargo, tiene una característica especial que lo hace único, es visible

Los tumores pueden afectar a la piel, como a todos los órganos, con la gran oportunidad de poder diagnosticarlos precozmente, o prevenirlos, dada precisamente por la visibilidad del órgano cutáneo.

Tumores cutáneos, clasificación de las neoformaciones cutáneas

Los tumores de piel se dividen en dos grandes grupos: tumores epiteliales, epiteliomas y tumores melanocíticos, melanoma con sus variantes clínicas (superficial, nodular, acral y lentigo maligno).

La mortalidad y agresividad de este último grupo es muy superior a la de los epiteliomas.

El melanoma se consideraba una neoplasia rara hasta hace unos años, pero hoy en día crece de forma sostenida en todos los países.

Su incidencia ha aumentado más que todos los demás cánceres, solo superada por el cáncer de pulmón en mujeres (un 30% más en los últimos 10 años).

Según lo indicado por la Organización Mundial de la Salud – OMS, cada año se diagnostican aproximadamente 132,000 nuevos casos de melanoma en todo el mundo.

En los países mediterráneos, la incidencia es de 3-5 casos al año por 100,000 habitantes y es ligeramente superior en la población femenina que en la masculina (7 y 6 por 100,000 al año, respectivamente).

En nuestro país se producen 1500 muertes por melanoma de los 7000 casos diagnosticados cada año.

El melanoma se origina en los melanocitos, las células de la piel que producen melanina, el principal pigmento de la piel.

Representa el 4% de los cánceres de piel y es responsable del 80% de las muertes por cáncer en este órgano, que ocurren en la etapa metastásica tardía que involucra a otros órganos como el pulmón, el cerebro y los ganglios linfáticos.

Sin embargo, solo uno de cada cinco casos presenta una forma avanzada, gracias en parte a las campañas de prevención y al diagnóstico cada vez más precoz de la enfermedad gracias a los nuevos métodos de diagnóstico actuales.

La piel es un órgano del cuerpo, como el hígado, riñón, pulmón, corazón

Los individuos con mayor riesgo son aquellos con antecedentes familiares, alto número de nevus, melanoma previo.

Otros factores de riesgo son el fototipo I – II (pelo rubio, ojos claros, etc.), la exposición crónica a la radiación UV artificial (lámparas de bronceado), la inmunosupresión.

Un importante estudio realizado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) demostró que la exposición a las lámparas de bronceado, si ocurre antes de los 30 años, aumenta el riesgo de melanoma en un 75%.

Esto dio como resultado que la radiación ultravioleta se colocara en agosto de 2009 en la clase I de carcinógenos, la alerta más alta, como fumar cigarrillos.

Además, varios estudios sobre la correlación entre la exposición solar intensa y las quemaduras solares durante la infancia y la adolescencia han demostrado un riesgo de más del doble de desarrollar cáncer en presencia de quemaduras solares a una edad temprana.

Es importante recordar que el melanoma puede surgir en una piel sana o en un nevus melanocítico adquirido o congénito preexistente.

Por lo tanto, la fotoprotección no solo se debe realizar en los nevus sino en toda la piel expuesta.

El diagnóstico en una etapa temprana (transformación melanomatosa inicial in situ) garantiza una supervivencia igual a la de la población general.

Por lo tanto, la educación de la población general en la detección anual de nevus tiene un pronóstico positivo.

La piel está formada por capas y en las capas superficiales (epidermis) no hay vasos sanguíneos ni linfáticos.

En las primeras etapas, la enfermedad del melanoma, llamada in situ, se localiza aquí y no tiene posibilidad de metástasis.

El objetivo debe ser precisamente diagnosticarlo en este estadio o, mejor aún, antes de la transformación maligna en el momento de la displasia o atipia que precede a la neoplasia.

El control general de los nevus debe realizarse anualmente con una evaluación completa de toda la superficie de la piel, indicando al paciente dónde se encuentran las lesiones melanocíticas, especialmente en localizaciones que escapan a la observación diaria y quizás no conocidas (región retroauricular, espacios plantares e interdigitales de la pies, espalda, genitales especialmente en mujeres, cuero cabelludo, mucosa oral y ocular visible, etc.).

De fundamental importancia es el llamado mapeo de nevus con dermatoscopia digital utilizando un instrumento adecuado

Se trata de un moderno método de diagnóstico no invasivo que permite mapear los nevus corporales y evaluar sus características, catalogando aquellos en riesgo de transformación que luego serán controlados con reevaluaciones a distancia (3, 6, 8 , 12 meses), establecido en función del grado de atipia dermatoscópica encontrada o posiblemente eliminada.

Las lesiones melanocíticas pueden cambiar con el tiempo, por lo que se realizan mapeos a distancia del inicial, para ver si las lesiones cambian de morfología, de lo contrario se haría un único mapeo en toda la vida.

Además, mientras 'vivamos en nuestra piel', cada año pueden aparecer nuevas lesiones, pero es necesario mapearlas y controlarlas anualmente.

Los nuevos instrumentos de mapeo permiten crear un archivo fotográfico de nevus para garantizar con precisión una comparación objetiva de las lesiones a distancia y no sobre la base de un vago recuerdo del paciente o del médico.

Las lesiones atípicas o con sospecha de neoplasia siempre deben ser extirpadas quirúrgicamente en un procedimiento ambulatorio y siempre deben someterse a análisis histopatológico para definición diagnóstica microscópica.

El paciente debe ser educado para el mapeo anual y el autoexamen periódico, cada 3-4 meses, autorealizado observando toda la superficie de la piel, especialmente en los sitios de rara autoobservación, a veces con la ayuda de un familiar o un espejo.

Esto tiene la intención de anticipar la visita periódica anual si se notan cambios repentinos y marcados en un nevus.

Se recomienda comprobar cualquier asimetría del nevus

Simplemente dividir el nevus en dos partes con una línea debe presentar simetría en cuanto a color, bordes, tamaño, así como verificar el crecimiento del nevus.

El paciente no debe notar el crecimiento de la lesión, de hecho un crecimiento aproximadamente milimétrico a lo largo de los años es fisiológico y no perceptible, mientras que un crecimiento centimétrico en un corto periodo de tiempo siempre debe ser comunicado al dermatólogo quien valorará dermatoscópicamente la lesión.

Finalmente, un tono negro uniforme pero muy oscuro (hiperpigmentación) justifica una evaluación adicional de la lesión.

Así, el paciente simplemente necesita observar asimetría, rápido crecimiento e hiperpigmentación.

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Fuente

brugnoni

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