Experiencia humana y técnica para salvar vidas en el cielo

Enfermera de vuelo de profesión: mi experiencia entre el compromiso técnico y humanitario con AIR AMBULANCE Group

Cuando era niño me preguntaban qué quería ser de mayor: siempre respondía que quería ser piloto de avión. Me intrigaba el vuelo, la velocidad de estos increíbles objetos voladores y soñaba con convertirme en un auténtico Top Gun.

A medida que fui creciendo, mis sueños no cambiaron, simplemente abrazaron el camino que decidí seguir con la profesión de enfermería hasta que quedaron claramente definidos en el perfil de Enfermera de Vuelo.

Nuestra función de cuidar y transportar pacientes en cuidados críticos abarca unidades de cuidados intensivos en diferentes países y continentes. Una auténtica sala de reanimación a doce mil metros sobre el nivel del mar.

El transporte aéreo sanitario es una realidad consolidada en todo el mundo.

La organización de los sistemas hospitalarios centralizados (HUB) ha hecho que este tipo de servicio sea vital para la vida de muchas personas.

El segmento de la población que más necesita de nuestro servicio es precisamente el que nunca quisiéramos ver en esta condición: los pacientes pediátricos.

Las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, estamos listos para intervenir para garantizar la seguridad y el apoyo necesario para nuestros pacientes.

La resolución de problemas de emergencia, la preparación y habilidades específicas, el seguimiento constante de los dispositivos médicos y la preparación en habilidades blandas para el manejo del paciente y sus familiares son la base de nuestro trabajo.

Mi vida laboral en AIR AMBULANCIA El grupo como enfermera de vuelo está marcado por llamadas telefónicas repentinas, misiones que cubren grandes distancias e interacción con una gran cantidad de profesionales diferentes. Nuestras misiones comienzan con la presentación del informe médico, la historia clínica del paciente completada por el médico tratante, que es asumida y evaluada cuidadosamente por nuestro director médico. A partir de este momento, la tripulación estudia el caso, evalúa posibles aspectos críticos relacionados con la situación clínica observada y analiza los parámetros técnicos del vuelo: altitud y tiempo estimado de viaje.

Una vez que llegan al lugar de embarque del paciente, se produce el primer contacto con el niño y el padre acompañante. Este es el momento en el que se establece la relación de confianza entre la tripulación y el progenitor acompañante, etapa clave en la gestión de la emocionalidad de quienes están viviendo una situación de grave dificultad y preocupación para garantizar la máxima eficiencia y serenidad en el transporte del paciente.

Evaluaciones técnicas previas al despegue, seguimiento, terapias, cinturones abrochados y listo.

A partir de este momento, entramos en una dimensión suspendida, donde las nubes se convierten en suaves paredes y las alarmas de los monitores armonizan con la respiración de los pequeños pacientes. No hay nada más que pueda desviar mi atención de esa vida suspendida entre el cielo y la tierra, y a veces entre la vida y la muerte.

La cabaña es un mundo pequeño: os ríes, os entendéis con la mirada incluso hablando diferentes idiomas; a veces actúas como hombro para aquellos que ya no tienen lágrimas que derramar y han puesto todas sus esperanzas en ese camino por la vida de su hijo.

Tener el privilegio de afrontar un momento tan delicado y vulnerable en la vida de una persona y sus familias me hace sentir extremadamente agradecido.

Una vez aterrizamos llega el momento más duro: el paciente queda al cuidado de unos compañeros en tierra. Nunca hay tiempo suficiente para despedirnos como nos gustaría pero las miradas y las palabras de agradecimiento son suficientes para comprender cuánto ha dejado dentro de nosotros cada viaje.

Recuerdo las historias de Benik de Albania, Nailah de Egipto, pero sobre todo de Lidija de Macedonia del Norte: una hermosa niña de ocho años afectada por una encefalitis muy violenta con la que había estado luchando durante 3 meses. Imaginar que poco tiempo antes de esa condición ella estaba jugando con sus amiguitos me afectó mucho.

En conclusión, el papel de la enfermera de vuelo en el transporte de pacientes, especialmente de pacientes pediátricos, resulta ser mucho más que una profesión. Es un compromiso emocional y técnico que abraza la vida y la esperanza en vuelo. A través de los desafíos diarios, aprendemos que nuestra dedicación puede marcar la diferencia entre el miedo y la esperanza, entre la desesperación y la posibilidad de un futuro mejor. Cada misión es un camino a través de la fragilidad y la fuerza, un matrimonio del cielo y la tierra que nos enseña la importancia de todas y cada una de las vidas.

Cada paciente, como la pequeña Lidija, representa una historia de resiliencia y valentía. Nuestra esperanza es que, a través de nuestros esfuerzos, podamos contribuir a un capítulo de renacimiento para quienes enfrentan una enfermedad grave.

15/11/2023

Darío Zampella

Fuente

Darío Zampella

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