Malformaciones congénitas: quistes y fístulas laterales del cuello (quiste branquial)
Los quistes y fístulas laterales del cuello (quiste branquial) son malformaciones congénitas y dependen de anomalías en el desarrollo de los órganos del feto de los que derivan la cabeza y el cuello
El quiste lateral del cuello (también llamado quiste branquial) es una malformación congénita
Deriva de una anomalía en el desarrollo de los órganos del feto de los cuales la cabeza y cuello derivar (las bolsas branquiales).
Desde un punto de vista práctico, sin entrar en detalles embriológicos y anatómicos, de difícil comprensión incluso para los expertos, dependiendo de la parte del cuello donde se encuentre el quiste o fístula, se puede deducir de qué parte del embrión se origina el propio quiste y lo que facilita una correcta y completa operación de extirpación.
Los quistes laterales del cuello dan muestras de ellos por la presencia de una tumefacción palpable, habitualmente de márgenes bien delimitados, redondeados, indoloros.
En caso de fístula, se asocia la presencia de una secreción mucosa
A veces, el inicio de los síntomas coincide con una infección de la nariz o la garganta.
El único tratamiento es la cirugía, pudiendo asociarse tratamiento médico antibiótico en caso de inflamación local.
La cirugía debe realizarse en la fase no infecciosa para evitar el riesgo de daño nervioso y limitar el riesgo de recurrencia.
La cirugía se realiza bajo hospitalización ordinaria con cirugía en el mismo día a menos que existan otras enfermedades.
En el caso de un quiste, la operación consiste en la extirpación del mismo con una incisión a la altura de la hinchazón palpable
En el caso de una fístula, la incisión involucra una pastilla con remoción de la piel circundante.
Se sigue la fístula hacia arriba hasta llegar a su origen y para asegurar que la extirpación sea completa, en ocasiones puede ser necesario realizar una segunda incisión.
El cierre de la incisión quirúrgica se suele realizar con material reabsorbible.
El dolor posoperatorio suele ser mínimo y rara vez requiere un tratamiento farmacológico analgésico.
El sangrado es raro y suele curarse espontáneamente, salvo casos excepcionales.
Cuando la operación parezca haber sido más difícil, puede ser útil al final del procedimiento colocar un drenaje de aspiración, que se mantendrá colocado durante 1-3 días.
Las infecciones, la formación de abscesos y la cicatrización deficiente de heridas también son raras y rara vez requieren una nueva operación.
Las recaídas son raras y están ligadas a una remoción incompleta de la fístula, muchas veces causada por fenómenos infecciosos previos.
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