Metatarsalgia: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

Una sensación dolorosa en la zona anterior del pie, donde se encuentran los llamados huesos metatarsianos, podría ser síntoma de metatarsalgia, un trastorno del pie bastante común

Son varios los factores que pueden provocar la aparición de este cuadro doloroso, que requiere un examen exhaustivo y un análisis cuidadoso de la historia clínica del paciente para poder reconocerlo y establecer la mejor terapia a realizar según el caso.

Metatarsalgia: ¿Qué es?

La metatarsalgia es un trastorno que se describe como dolor en el antepié, de carácter inflamatorio, localizado en la región plantar, más precisamente en los huesos metatarsianos que se articulan con las falanges.

Cualquiera puede sufrir metatarsalgia pero, según varios estudios epidemiológicos, la condición es más frecuente en mujeres que usan tacones altos con frecuencia, personas con sobrepeso, con deformidades anatómicas severas en los pies, con gota o artritis reumatoide, y en personas que participar en actividades motoras extenuantes, como caminar o correr.

Se han realizado varias clasificaciones a lo largo de los años, pero la más utilizada reconoce dos tipos diferentes de metatarsalgia.

  • Metatarsalgia biomecánica: la más frecuente, está ligada a un apoyo alterado de los huesos que forman el pie en el suelo. En estos casos se determina una distribución patológica del peso del cuerpo sobre los metatarsianos. Este desequilibrio en la distribución de la carga conduce, a la larga, a síntomas dolorosos.
  • Metatarsalgia no biomecánica: causada por enfermedades sistémicas como la artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, etc., o por afecciones locales como la artritis séptica.

Otra subdivisión, útil para identificar mejor las causas de la metatarsalgia, es la que la divide en: primaria, secundaria e iatrogénica

La metatarsalgia primaria puede ser causada por anomalías anatómicas de los metatarsianos que afectan la correcta relación con el resto del pie. Otras causas de metatarsalgia primaria pueden ser la longitud excesiva del segundo o tercer metatarsiano, las deformidades congénitas de las cabezas de los metatarsianos, la tensión excesiva de los músculos gastrocnemio o tríceps, el pie hueco, el equinismo del pie y, en general, cualquier anomalía que provoque una sobrecarga de el antepié

La metatarsalgia secundaria, por otro lado, ocurre como consecuencia de un trauma, mientras que la metatarsalgia iatrogénica puede ocurrir después de una cirugía reconstructiva fallida.

¿Cuáles son las causas desencadenantes?

Muy raramente la metatarsalgia es causada por un solo factor.

Más a menudo, de hecho, es una combinación de causas muy diferentes que, tomadas individualmente, no habrían desencadenado la condición dolorosa.

Echemos un vistazo a una lista de las causas más comunes:

  • Deformidades congénitas o adquiridas del pie como pie hueco, dedos en martillo o hallux valgus.
  • Actividad motora muy intensa. Quienes practican deporte, especialmente a nivel competitivo con entrenamiento diario, suelen sufrir metatarsalgias con frecuencia. Particularmente en riesgo están aquellos que practican deportes que involucran mucho correr o movimientos que continuamente producen un impacto con una superficie dura y/o irregular (tenis, fútbol, ​​béisbol, correr, etc.).
  • El uso continuado de determinado tipo de calzado como, por ejemplo, los zapatos de tacón o las botas requeridas en determinados tipos de deportes.
  • Obesidad y sobrepeso. El exceso de peso corporal provoca una sobrecarga de las extremidades inferiores y más daño en las rodillas, los tobillos y los pies. Esto predispone al sujeto a más lesiones y condiciones dolorosas, incluida la metatarsalgia.
  • Fracturas de estrés, es decir, fracturas óseas menores causadas por microtraumatismos repetidos. Estas fracturas pueden hacer que el sujeto adopte posiciones incorrectas, lo que resulta en una sobrecarga del antepié, lo que puede conducir al desarrollo de metatarsalgia con el tiempo.
  • Dolor de tobillo o inflamación del tendón de Aquiles. Dos trastornos que llevan al sujeto a adoptar una postura anómala al caminar para sentir menos dolor, lo que puede derivar en una sobrecarga en la zona del metatarsiano.
  • El neuroma de Morton, un trastorno particularmente doloroso que afecta los nervios interdigitales de los pies, es decir, las terminaciones nerviosas entre los distintos metatarsianos.
  • Diabetes, una de cuyas principales complicaciones es la degeneración de las terminaciones nerviosas que pueden afectar a los dedos de los pies.
  • Artritis reumatoide o gota. Ambas son enfermedades inflamatorias de las articulaciones que pueden causar síntomas dolorosos tanto en los tobillos como en el antepié.
  • Enfermedad de Freiberg, también llamada osteocondrosis metatarsiana, que provoca un proceso de necrosis que afecta al segundo metatarsiano del pie.
  • La metatarsalgia puede ocurrir debido a los factores enumerados o, como se mencionó anteriormente, a una combinación de estos factores.

Por ejemplo, las personas que padecen obesidad y tienen la costumbre de llevar un calzado inadecuado, o las personas que, a pesar de tener dolor en el tobillo, siguen haciendo ejercicio en lugar de observar un periodo de descanso, son más propensas a la metatarsalgia.

¿Cuáles son los síntomas de la metatarsalgia?

Las personas que sufren de metatarsalgia experimentan dolor de intensidad variable en el antepié.

La sensación dolorosa puede ser muy aguda, sorda o quemante y tiende a empeorar tras pasar muchas horas de pie o tras una larga caminata o carrera.

Otros síntomas comunes son dolor punzante, sensación de hormigueo y entumecimiento en los dedos de los pies y la sensación de tener piedritas en los zapatos.

La presencia de hiperqueratosis, es decir, callosidades plantares a nivel de las cabezas de los metatarsianos, es uno de los signos más comunes de metatarsalgia, provocada por una carga excesiva en esa zona específica del pie.

En individuos con sobrepeso u obesidad, artritis reumatoide y deformidades en los pies, la metatarsalgia aparece con mayor frecuencia de manera gradual.

Por el contrario, quienes realizan actividades deportivas extenuantes o usan zapatos ajustados o tacones altos, este trastorno tiende a presentarse de manera repentina.

Si se descuida o se trata mal, la metatarsalgia tiende a empeorar, agudizándose el dolor en el pie afectado.

Además, puede dar lugar a la aparición de otros problemas de espalda o cadera.

Incluso antes de acudir al médico, es aconsejable mantener el pie dolorido en reposo durante un breve periodo de tiempo.

Muy a menudo, de hecho, la metatarsalgia puede ser leve y resolverse siguiendo algunas medidas simples.

Sin embargo, si la situación dolorosa no tiende a desaparecer sino que empeora, se hace imprescindible acudir cuanto antes a un médico especialista para un examen completo.

¿Cómo se diagnostica la metatarsalgia?

Existen numerosas patologías del pie que provocan los mismos síntomas.

Por esta razón, se requiere una anamnesis precisa, un examen objetivo y, si es necesario, más investigaciones diagnósticas por medio de pruebas instrumentales para hacer un diagnóstico correcto.

El objetivo de la anamnesis es recopilar toda la información sobre la historia clínica del paciente: traumatismos, cirugías previas, antecedentes de neuropatía diabética, hábitos, etc. Luego, a través de la prueba objetiva, el médico observará la marcha del paciente y evaluará si presenta deformidades. tales como pie hueco, hallux vagi, dedos en martillo, etc. están presentes.

Finalmente, pueden ser necesarias más pruebas instrumentales para la confirmación del diagnóstico, que incluyen:

  • Ecografía
  • Radiografía
  • Imagen de resonancia magnética

Una vez realizado el diagnóstico y establecidas las causas del trastorno, el médico puede determinar el tratamiento más adecuado para el caso.

Metatarsalgia: posibles terapias y curas

Por lo general, la metatarsalgia requiere un tratamiento conservador para curarse.

Sin embargo, en los casos en que los síntomas son graves y las causas desencadenantes tienden a empeorar, puede ser necesario un tratamiento quirúrgico.

Terapias conservadoras

Los tratamientos de terapia conservadora incluyen:

  • Descanso.
  • Aplique compresas de hielo en el pie adolorido 4-5 veces al día durante al menos 20 minutos;
  • Elevar el pie que sufre para reducir la tensión en la extremidad.
  • Tomar analgésicos y antiinflamatorios en caso de dolor muy agudo.
  • Uso de calzado adecuado que ayude a repartir correctamente el peso corporal sobre el pie.
  • Utilización de plantillas especiales antichoque (de gel, goma o corcho) para reducir el impacto del pie contra el suelo.
  • Utilización de plantillas especiales para quienes padecen pie hueco, útiles para normalizar la conformación del arco del pie y garantizar una más correcta sujeción del pie.
  • Tratar, en la medida de lo posible, patologías que actúen como factores de riesgo para el desarrollo de metatarsalgias como la obesidad, la gota o la artritis reumatoide.

Tratamiento quirúrgico

La cirugía para resolver la metatarsalgia se considera muy raramente y solo cuando los remedios conservadores son ineficaces.

De hecho, la operación se realiza en sujetos con deformidades muy graves en los pies o en sujetos que padecen neuroma de Morton, que provoca síntomas muy graves y duraderos.

¿Cómo prevenir la aparición del trastorno?

Para no correr el riesgo de desarrollar metatarsalgia, es importante prestar atención al calzado, utilizar plantillas antichoque, especialmente en la práctica deportiva diaria, y controlar el peso para no sobrecargar las estructuras de los miembros inferiores. como las rodillas, los tobillos y los pies.

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