Síndrome de Ménière: qué es, síntomas, causas y tratamiento

A nivel mundial, 12 de cada 1000 sujetos padecen el síndrome de Ménière: se trata de un trastorno que afecta al oído interno, provocando mareos, tinnitus, hipoacusia, pérdida del equilibrio, sensación de oído lleno y, con mucha frecuencia, incluso náuseas y vómitos.

Por lo general, son convulsiones episódicas, que duran entre 20 minutos y un día o más.

Aunque estos fenómenos pueden ocurrir a cualquier edad y afectar a cualquier persona, parecen ser un poco más comunes en mujeres, surgiendo después de los 40 años.

Síndrome de Ménière, ¿qué es?

Generalmente la enfermedad afecta a un solo oído (trastorno unilateral), pero en un porcentaje que varía entre el 15 y el 40% de los casos afecta a ambos oídos (bilateral) en un plazo de 2-3 años.

También es importante señalar que el 7-10% de los casos clínicos tienen antecedentes familiares de síndrome de Ménière.

Con el tiempo, la recurrencia de este tipo de manifestaciones implica un empeoramiento del estado de salud general del paciente.

Por ejemplo, la pérdida de audición puede volverse permanente e incluso conducir a la sordera total.

Es importante acudir rápidamente a la visita del especialista ante la aparición de los primeros síntomas, para diferenciar el síndrome de Ménière de otras enfermedades capaces de producir vértigo como la laberintitis o la disfunción cervical.

Lamentablemente, hasta la fecha no existe una cura ad hoc para esta patología, sin embargo existen tratamientos sintomáticos, capaces de mejorar la calidad de vida de los afectados por el trastorno.

Síndrome de Ménière: los síntomas

Los principales síntomas de la enfermedad de Ménière son:

  • ruidos en el oído y tinnitus; pueden aparecer como tintineos, retumbos o zumbidos, pero son principalmente silbidos en el rango de baja frecuencia. En algunos casos, los ruidos pueden persistir durante el curso de la enfermedad.
  • mareo repentino, sello distintivo del síndrome de Ménière. Este es el llamado vértigo rotacional, como resultado del cual el sujeto tiene la impresión de que el entorno que lo rodea gira como un torbellino. El mareo puede durar unas pocas horas, pero también hasta varios días.
  • náuseas y vómitos, seguido de sudores fríos e hipotensión arterial
  • hipoacusia unilateral, es decir, pérdida de la audición en el oído afectado. Puede ocurrir que durante el curso de la enfermedad esta hipoacusia se extienda también al otro oído, pero suele ocurrir que el paciente presenta inicialmente un empeoramiento brusco de la audición en un solo oído. Son sobre todo los tonos bajos los que ya no se escuchan y los sonidos y el habla están notablemente distorsionados.
  • sensación de “oído tapado” o plenitud auricular

Síntomas menos frecuentes

  • nistagmo (afección caracterizada por movimientos involuntarios, rápidos y repetitivos de los ojos)
  • desmayo repentino sin pérdida del conocimiento.

En la fase inicial del síndrome, los síntomas aparecen como ataques transitorios y episódicos, cuya duración puede variar de 20 minutos a algunas horas.

Los episodios, típicamente repentinos y de forma aguda, se repiten aproximadamente 3-4 veces al día y afectan solo a un oído.

A menudo sucede que durante varios días seguidos, y en ocasiones hasta una semana seguida, el paciente experimenta manifestaciones que están muy próximas en el tiempo.

Después de un período de remisión, los nuevos ataques seguirán varias veces.

En promedio, un paciente con síndrome de Ménière en etapa temprana experimenta de 6 a 11 convulsiones de este tipo en un año.

Síntomas permanentes

A medida que la enfermedad avanza, algunos síntomas pueden volverse permanentes.

Es lo que sucede, por ejemplo, con la disminución de la capacidad auditiva: una persona sometida a repetidos ataques a lo largo de los años desarrolla daños irreversibles en las estructuras que afectan al laberinto y la cóclea.

En algunos casos, la situación puede verse tan comprometida como para provocar una sordera completa en el oído afectado.

El tinnitus (percepción de zumbido o zumbido en el oído) también puede volverse permanente, aunque es un fenómeno menos común.

Lo mismo ocurre con los mareos y la falta de equilibrio.

Las principales complicaciones de la enfermedad de Ménière son las, parcialmente ya mencionadas, propias del estadio avanzado del síndrome:

  • sordera completa del oído afectado
  • afectación del oído sano, después de 2-3 años
  • depresión y ansiedad, atribuibles a una menor calidad de vida, debido a los repetidos ataques de náuseas y vómitos.

Síndrome de Ménière: las causas

Hasta la fecha no es posible identificar con certeza el origen del síndrome de Ménière.

Sin embargo, un sello distintivo de la enfermedad es una acumulación anormal de endolinfa dentro del laberinto del oído interno.

Este fenómeno puede presentarse como síndrome de Ménière en toda regla o generar formas atenuadas.

Otros posibles desencadenantes incluyen infecciones del oído interno o de las vías respiratorias superiores, traumatismo craneal y predisposición genética.

Algunos malos hábitos como fumar, el consumo excesivo de cafeína y alcohol, o la exposición a ruidos fuertes pueden actuar como catalizadores de la convulsión.

El síndrome de Ménière puede ser hereditario y afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, pero empeora con los años.

Como se ha visto en el párrafo anterior, generalmente tiene una tendencia fluctuante, con fases agudas seguidas de periodos de remisión.

Enfoques en el tratamiento del síndrome de Ménière

Para obtener el diagnóstico más adecuado y el tratamiento correspondiente, es imprescindible acudir a la visita de un especialista y realizarse una audiometría, una impedanciometría y, en su caso, una resonancia magnética cerebral.

Desafortunadamente, como se anticipó, actualmente no existe una cura específica para la enfermedad de Ménière.

En cualquier caso, existen varios tratamientos capaces de paliar los síntomas y así elevar la calidad de vida de los pacientes afectados.

Hay dos tipos principales de enfoque:

  • farmacológico, adecuado para casos menos severos
  • quirúrgico, para intervenir en las formas más agudas de la patología, donde los tratamientos farmacológicos no son capaces de obtener los efectos deseados.

Para combatir la sensación de mareo, náuseas y vómitos se utilizan fármacos antieméticos, procinéticos y antivertiginosos.

En cambio, en lo que respecta a la prevención de ataques (vértigo y náuseas), medicamentos como:

  • betahistina, que afecta positivamente el número y la gravedad de las crisis
  • la gentamicina, administrada por inyección transtimpánica, actúa sobre la señal nerviosa que regula el equilibrio. Su uso se reserva solo para casos en los que otros fármacos han demostrado poca eficacia
  • diuréticos y bloqueadores beta, para disminuir la presión dentro del aparato vestibular, que se eleva debido a la acumulación de endolinfa.

El abordaje quirúrgico

Cuando el abordaje farmacológico para el tratamiento del síndrome de Ménière no genera los resultados deseados, se puede recurrir a la cirugía.

Hay cuatro opciones principales:

  • laberintectomía, es decir, extirpación del laberinto del oído interno afectado
  • descompresión del saco endolinfático, para disminuir la presión de la endolinfa dentro del laberinto
  • sección del nervio vestibular, con el objetivo de interrumpir la señalización anormal entre el oído interno y el cerebro
  • terapia de micropresión, mediante el uso de un instrumento que envía impulsos de presión capaces de hacer que la endolinfa fluya fuera de los sitios donde se ha producido una acumulación excesiva.

Las tres primeras soluciones quirúrgicas son muy invasivas, mientras que la última mencionada es solo moderadamente invasiva.

Además, para la pérdida auditiva (permanente o temporal), el uso de audífonos puede ser útil.

Para el tinnitus, una opción recomendada es la terapia de sonido, con el fin de distraer y relajar al paciente a través de la escucha de música.

El papel de la fisioterapia

La fisioterapia, por otro lado, puede ser útil para trabajar el equilibrio y la coordinación.

Cada paciente es un caso aparte, por lo que es difícil expresarse respecto a la evolución del cuadro clínico.

La enfermedad de Ménière debe considerarse más bien una condición crónica con la que la persona afectada debe aprender a vivir.

Afortunadamente, la mayoría de los pacientes tratados (alrededor del 80%), sin el uso de cirugía, detectan una mejoría en sus condiciones de salud.

Por último, no descuides la utilidad, incluso con fines preventivos, de algunos hábitos saludables como:

  • no fumar
  • participar en actividad física regular
  • seguir una dieta baja en sodio (para mantener baja la presión de los fluidos corporales, incluida la endolinfa)
  • no consuma cantidades excesivas de cafeína y alcohol.

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