Psoriasis: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento.

La psoriasis es una enfermedad dermatológica crónica y permanente que afecta predominantemente a personas inmunocomprometidas y puede progresar o retroceder de forma espontánea, hasta el punto de no dejar casi rastro de ella.

Su historia es muy antigua.

Son numerosos los libros y manuscritos médicos de la época griega, romana y egipcia que hacen referencia a la aparición de un trastorno que aqueja la piel con manchas rojas y pústulas, cubiertas de escamas blanquecinas.

Incluso algunos pasajes de la Biblia lo mencionan como algo de lo que debemos alejarnos.

Un castigo divino muy similar a la lepra y la sarna, que conduce sistemáticamente al aislamiento social.

La misma situación que aún hoy atraviesan muchos pacientes porque, si bien la psoriasis no da grandes problemas a nivel físico (sólo afecta a la superficie de la epidermis, no al cuerpo y sus sistemas y aparatos), los que sí da a nivel físico El nivel personal y social no debe subestimarse en modo alguno.

A los tratamientos del pasado, consistentes en baños, baños de barro y el uso de cremas y ungüentos, ahora se suman otros nuevos y más eficaces porque, aunque la psoriasis no se puede erradicar definitivamente, sí se puede aliviar y mantener bajo control.

Veamos juntos qué es, cómo reconocerlo a través de los principales síntomas, cuáles pueden ser los factores desencadenantes y los tratamientos.

Qué es la psoriasis y cómo reconocerla

El trastorno psoriásico no es fácil de detectar y sólo un dermatólogo profesional puede diagnosticarlo con precisión.

Se trata de una disfunción de la epidermis que, en la mayoría de los casos y en sus primeras fases, se asemeja a una dermatitis (con la que se puede confundir fácilmente).

Cuando la epidermis se ve afectada por la psoriasis, sus células superficiales, llamadas queratinocitos, no se regeneran como deberían y sufren un exceso de diferenciación con relativa acumulación, dando lugar a acumulación, inflamación, manchas y otros problemas como pápulas o pústulas.

En algunos casos, los más molestos y severos, la aparición de placas rojizas se acompaña de una sensación de picor constante.

Sin embargo, normalmente la enfermedad es completamente asintomática, por lo que es difícil prevenirla y detectarla a tiempo.

La psoriasis, una vez contraída, es crónica y recae.

Afecta –afortunadamente– sólo a las capas más superficiales de la epidermis, no generando otros problemas a nivel de sistemas y aparatos orgánicos.

Aunque se trata de una inflamación bastante común, cada vez se presenta de forma diferente, dependiendo de quién la contrae.

En general, los médicos han encontrado ciertos factores que actúan como desencadenantes de la enfermedad, como la genética, la inmunodepresión y el entorno en el que se vive, pero aún no hay una certeza absoluta sobre su correlación real con el trastorno.

Psoriasis: las causas

Como ya se mencionó, aún no se han identificado las causas precisas y sistemáticas que conducen a la aparición del trastorno.

La hipótesis más establecida sigue siendo la genética (los hijos de padres con psoriasis tienen más probabilidades de contraerla), pero se han identificado otros factores que pueden contribuir a la aparición o empeoramiento del trastorno.

La psoriasis puede aparecer debido a:

  • traumatismos o lesiones en la piel o después de todas aquellas situaciones que han supuesto un gran estrés físico, como quemaduras solares violentas, fracturas óseas y cirugías;
  • estrés psicológico. En este caso el cuerpo, al no ver salida para que el estrés se drene a nivel físico, realiza un proceso de somatización a nivel cutáneo, provocando la aparición de los signos de la patología;
  • Infecciones y virus, especialmente los de la familia de los estreptococos y los herpes. Este tipo de psoriasis puede desaparecer casi por completo tras un tratamiento con antibióticos;
  • en casos más raros, puede ser provocada por factores y cambios hormonales, así como por malos hábitos alimentarios, exceso de alcohol y tabaquismo;
  • tras la ingesta de determinados tipos de fármacos bastante desestabilizadores para el organismo (corticoides sistémicos, betabloqueantes, antipalúdicos, litio, sales de oro).

En sí misma, la psoriasis no es una enfermedad grave, pero puede permanecer latente durante mucho tiempo y sólo surgir después de eventos traumáticos (y la consiguiente alteración de la actividad del sistema inmunológico y sus linfocitos T).

No es contagioso y no es fatal. Estar cerca de alguien que la padece no propicia su transmisión y, una vez contraída la enfermedad, no afecta a sistemas y aparatos más profundos, sólo a la piel.

Psoriasis: los síntomas

A menudo sólo reconocida por el médico durante una prueba objetiva (es difícil para los pacientes reconocerla y tienden a confundirla con dermatitis), la psoriasis se presenta con manchas rojas, pápulas o pústulas, muy similares a las que produce una quemadura solar grave, rematadas por piel seca y con descamación blanquecina.

A estos signos "visuales" más comunes se pueden añadir otros síntomas como picor, a veces hinchazón o infecciones de las amígdalas, causadas principalmente por la psoriasis estreptocócica.

Las zonas del cuerpo que suelen verse más afectadas son el cuero cabelludo, codos, rodillas, zona lumbosacra y umbilical.

Sin embargo, hay varios pacientes que también lo contraen en zonas más húmedas y con tendencia a los pliegues, como la zona de las ingles, o en las uñas, que suelen ser la primera parte anatómica en la que aparece.

También hay casos especiales en los que la psoriasis es bastante aguda y afecta las articulaciones hasta el punto de inflamarlas.

En estas situaciones se habla de artritis psoriásica, cuyos síntomas y manifestaciones recuerdan a una artritis reumatoide más común.

La psoriasis ocular, por el contrario, aparece en la zona próxima a los ojos.

Dependiendo del tipo contraído, los síntomas y el tipo de manifestaciones cutáneas cambian.

Tipos de psoriasis

La psoriasis puede presentarse con manchas de diferentes formas y colores, pues las hay de muy distintos tipos, dependiendo de la zona anatómica afectada.

En casos más raros, puede ocurrir más de un tipo al mismo tiempo.

  • Soriasis en placas. También conocida como psoriasis en parches o vulgar, la psoriasis en placas consiste en la formación de placas rojizas en la epidermis, que a su vez están recubiertas por una fina capa de escamas plateadas (queratinocitos). Las placas pueden ser de diferentes tamaños (desde unos pocos milímetros hasta un centímetro). Si están muy juntos, pueden unirse para cubrir áreas enteras del cuerpo. Suele ir acompañado de picor, por lo que es mejor evitar rascarse, ya que puede producirse sangrado de los capilares subyacentes.
  • Psoriasis guttata o eruptiva. Ocurre principalmente en adolescentes y jóvenes que han contraído infecciones estreptocócicas, por ejemplo, después de una amigdalitis. La psoriasis guttata se llama así debido a la aparición casi rápida de pápulas, es decir, pequeñas lesiones cutáneas en forma de lágrima, especialmente en el tronco, el abdomen y la espalda. A menudo, antes de su erupción, muchos pacientes experimentan molestias y enfermedades en la faringe, la laringe y las amígdalas. Sin embargo, si se trata con antibióticos adecuados, desaparece por sí solo en unos pocos días.
  • Psoriasis pustulosa. Esta es una forma de psoriasis comúnmente llamada psoriasis palmoplantar, ya que afecta principalmente a las palmas de las manos y los pies. Se reconoce por la formación de pústulas que, a primera vista, recuerdan mucho a las verrugas, pero que, una vez alcanzan la superficie, se desprenden por sí solas dejando el eritema al aire libre. A veces las pústulas también pueden ser amarillentas y contener pus. Si permanece en el nivel palmar, no causa ningún problema particular; por el contrario, su forma generalizada es más "grave" pero igualmente rara.
  • Psoriasis eritrodérmica. Esta es la forma más grave de psoriasis en la que la enfermedad afecta a toda (o casi toda) la piel, generando eritema y descamación. Es bastante problemático porque también puede tener efectos indirectos sobre el sistema metabólico, además de provocar picazón, hinchazón y, a menudo, dolor. Es bastante raro y en los casos en que brota suele hacerlo después de terapias inmunodepresoras o basadas en cortisona.
  • Psoriasis seborreica. Esta es una forma muy leve de psoriasis, también llamada sebopsoriasis o seboriasis. Es fácil confundirla con una dermatitis más simple, pero un dermatólogo normalmente lo nota porque, asociado a los síntomas, las manchas aparecen en zonas no propensas a la dermatitis, como las uñas.
  • Psoriasis amiantácea. Esta es una forma especial de psoriasis que sólo afecta el cuero cabelludo. Se manifiesta mediante el crecimiento de una capa de escamas blanquecinas que cubren la cabeza, especialmente en los niños, que a primera vista puede confundirse con simple caspa o dermatitis. A veces puede extenderse a la frente, nuca cuello y orejas Provoca picazón, pero no caída del cabello.
  • Psoriasis de los pliegues o fisuras. En este caso particular, las manchas aparecen sólo en determinadas zonas anatómicas que suelen ser las más húmedas, como los pliegues de la ingle. Ocurre principalmente en personas que padecen obesidad o en personas de edad avanzada, ya que tienen más probabilidades de tener zonas del cuerpo que no están adecuadamente oxigenadas o ventiladas y, por tanto, húmedas.

En general, el nivel de gravedad de la psoriasis está determinado por la intensidad del eritema (cuanto más rojo es, más fuerte es) y por la cantidad de descamación de la piel.

Cómo se diagnostica la psoriasis

La psoriasis suele diagnosticarse tras un examen clínico dermatológico.

En algunos casos, sin embargo, también puede ser detectado por el médico de cabecera, quien normalmente prescribirá un examen especializado.

El diagnóstico se produce porque el médico responsable identifica uno o más de los síntomas enumerados anteriormente, basándose también en el historial médico del paciente.

En ocasiones, sobre todo en casos más avanzados, el dermatólogo puede proceder a realizar una prueba histológica o una biopsia de piel, tomando algunas muestras de tejido para su análisis.

La psoriasis suele aparecer en la edad adulta, alrededor de los 50 o 60 años.

Sin embargo, no es raro que se diagnostique tempranamente, entre los 20 y 30 años o incluso en la adolescencia, especialmente si uno o ambos padres ya están afectados.

Generalmente afecta a hombres y mujeres independientemente del sexo y la edad.

Psoriasis: los tratamientos más eficaces

La psoriasis es una enfermedad crónica y recurrente que nunca desaparece por completo, pero que puede regresar espontáneamente, especialmente en determinadas épocas del año.

Los médicos han observado que una exposición adecuada a la radiación ultravioleta y a la vitamina D solar influye positivamente en el curso del trastorno, haciéndolo menos agresivo en verano.

Los posibles tratamientos descubiertos y utilizados varían según el caso y la intensidad con la que se manifiesta la enfermedad.

No existen curas 100% efectivas porque todo varía dependiendo de la persona que lo contrae.

Como regla general, estos medicamentos y terapias pueden evitar que la psoriasis empeore, manteniendo la inflamación bajo control.

Estos son los principales tratamientos efectivos hasta la fecha:

  • Uso de productos tópicos para aplicar directamente sobre la zona epidérmica afectada: pueden ser cremas, lociones, aceites y emolientes naturales, o a base de antibióticos (Antralin, Corticosteroides, Calcipotriol, Tazaroteno).
  • Terapia oral sistémica o inyecciones. Esto se prefiere en los casos más graves de la enfermedad, donde no se puede lograr una solución utilizando cremas únicamente.
  • Estos fármacos (Retinoides, Metotrexato, Ciclosporina, Micofenolato de Mofetilo, Tacrolimus) actúan desde el interior atenuando la inflamación y rehabilitando el correcto funcionamiento de los linfocitos. Deben tomarse con precaución y sólo con receta médica.
  • Medicamentos biológicos o inteligentes cuyo ingrediente activo son anticuerpos que se dirigen únicamente a los queratinocitos "enfermos". Utilizando el mismo principio que las terapias contra el cáncer, son medicamentos más específicos que actúan directamente sobre la enfermedad y los componentes del sistema inmunológico. Tienen efectos secundarios inmunosupresores porque desactivan parte del sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo esté más expuesto a las infecciones. No pueden ser utilizados durante el embarazo, por personas con tumores y hepatitis o enfermedades cardíacas.
  • Fototerapia UV y vitamina D. A menudo combinado con la ingesta de principios fotosensibilizantes, se ha observado que el sol tiene un efecto positivo en el curso de la enfermedad. Sin embargo, se deben evitar las quemaduras solares ya que empeoran la situación de una piel ya inflamada. Tienen poco efecto sobre la psoriasis en el cuero cabelludo, ya que es prerrogativa que la zona afectada esté expuesta al sol durante un período de tiempo bastante prolongado.

En general, el alivio del estrés ayuda mucho contra el desarrollo de la enfermedad.

Los expertos siempre recomiendan mantener un estilo de vida saludable en el que el ejercicio, la buena alimentación y la relajación sean componentes activos.

Psoriasis: cómo prevenirla y efectos en la vida diaria

Aunque la industria médica aún no ha identificado completamente qué desencadena la psoriasis, se cree que se debe a razones hereditarias, respuestas autoinmunes y ambientales.

Su manifestación varía de persona a persona, no sólo dependiendo del nivel de anticuerpos y linfocitos, sino también de la edad, el sexo y la ubicación geográfica.

No comprender del todo qué desencadena esta reacción epidérmica dificulta establecer ciertas reglas de prevención.

Es aconsejable que las personas que ya están familiarmente predispuestas eviten el estrés excesivo, tanto físico como mental, ya que una de las principales causas es la falta total de relajación que deriva en una ansiedad constante.

La psoriasis, como todas las enfermedades y trastornos, tiene repercusiones en la vida diaria que no afectan tanto al estado de salud físico general (ya que sólo afecta a la piel y tiene una mortalidad nula), sino más bien a una condición de bienestar mental.

Muchas veces quienes lo contraen se sienten diferentes e incómodos entre la gente, se sienten juzgados y en la mira del público por ese 'defecto' tan evidente.

Una persona con psoriasis puede evitar gradualmente situaciones sociales y aislarse, lo que resulta en trastornos relacionados como ansiedad, fobia social y depresión.

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